¿Sabíais que la disposición tradicional de una orquesta puede provocar lesiones auditivas a los músicos integrantes?
Esta es una de las principales conclusiones del estudio realizado por el Observatorio para la Prevención Auditiva para los Músicos (OPAM), impulsado por Mutua Intercomarcal, Prevint y la Escuela Superior de Música de Cataluña (ESMUC), donde para poder determinar cuál es la disposición idónea, han puesto en marcha un estudio previo realizando una serie de grabaciones de los ensayos de la Symphonic Dances From West Side Story de Bernstein con la Orquesta de Práctica orquestal de 1º y 2º curso de la Esmuc dirigida por Xavier Puig. Las grabaciones tienen como objetivo medir los valores de presión acústica en los que están expuestos los intérpretes e identificar posibles mejoras para disminuir el riesgo sin afectar a la calidad final del concierto.
Los primeros datos obtenidos apuntan a que la sección de viento es la más castigada en una orquesta y que la posición del director, a pesar de estar muy alejada de las partes con mayor impacto, también es una de las figuras que recibe una presión acústica mayor. Hay que tener en cuenta que 80 db es el valor máximo al que pueden estar expuestos los músicos para que no haya un riesgo de padecer problemas auditivos a medio y largo plazo y estas dos posiciones están muy por encima (90 db). En función de este nivel, se determina el tiempo máximo que podrían estar tocando sin perjuicio, y en este sentido, según el estudio, en la obra analizada la sección de viento sólo podría estar tocando entre 12 y 30 minutos al día sin que se corra el riesgo de que haya afectación, cuando la media de los ensayos era de 2 horas y media.
En un segundo nivel de riesgo (entre 80 y 85 dBA) están los instrumentos de cuerda: arpa, violín y contrabajo. Esto conlleva que los músicos pueden estar sometidos a esta presión entre 3 y 4 horas. No obstante, algunos de los sectores estudiados muestran que algunas cuerdas están al nivel de los vientos por influencia de estos mismos. De hecho, toda la disposición orquestal está pensada para que el Director de la formación reciba toda la sonoridad de la orquesta y, en este sentido, todos los músicos que se encuentran en este camino están expuestos a niveles superiores a los del resto.
El resto de cuerdas-situadas a ambos lados del director-se encuentran en unos niveles de exposición muy inferiores, de modo que podrían estar tocando entre 10 y 12 horas sin sufrir ningún tipo de riesgo.
La solución a este problema se plantea a través de cambios de posición que permitan encarar el sonido hacia fuera de la orquesta, de manera que se reduzcan los impactos mayores.
Basándose en esa premisa, el OPAM organizó en 2014 el primer concierto para reducir la presión acústica que sufren los músicos en el escenario con el nombre de “Concierto seguro”. El objetivo del proyecto fue sensibilizar y educar en la prevención, y el resultado se tradujo en una pionera disposición de la orquesta en un concierto, que fue mucho más segura para la salud auditiva de los músicos.
Además, en 2015, se realizó un nuevo estudio que analizó la dinámica del sonido en las salas de conciertos utilizando como modelo a la Orquesta Sinfónica de Australia para desarrollar un programa de preservación de la capacidad auditiva. Este programa pretendía ayudar a los músicos profesionales y amateurs a proteger su audición.
En la investigación se evaluó la exposición al ruido, recopilando datos y trazando mapas de ruido durante nueve años. Se estudió la distribución de la orquesta, implantando mamparas de protección acústica y realizando rotaciones de los puestos de los músicos. Asimismo, se suministraron tapones para los oídos especialmente diseñados para músicos. Tras valorar el programa basado en el estudio, la orquesta implementó muchas de las medidas del programa, como el uso de revestimientos de superficies acústicamente absorbentes y la colocación de paneles reflectores de sonido móviles para los espacios con mala acústica.